¡ATENCIÓN! SOBRE EL MUSEO DE
«LA PEÑA».
(ESQUEMA para ser desarrollado más adelante,
cuando tengamos tiempo)
1).-
Los inicios de la idea del Museo, y desde cuándo se iba madurando la idea. Para
hacer justicia, no podemos olvidar al Obispo D. Saturnino Rubio Montiel. Como
nuevo obispo de la Villa, en el año 1956, enseñándole al Prelado las iglesias
de Ágreda, al llegar al templo de «La Peña», yo mismo, personalmente, le hablé
de los proyectos que ya por entonces teníamos, sobre esta iglesia antigua, de
dos naves. Y S. E. no echó en saco roto la idea, en lo que pudo. Pero prosiguió
una larga travesía del desierto de 40 años de espera (Véase
lo que decimos en nuestro libro «Hª y Arte de Ágreda, p. 153).
2).-
La reconversión de «La Peña», en Museo, se inició en 1997 gracias a un convenio
largo de enunciar de partes intervinientes. [Luego, explicaremos más esto, porque de aquí pudieron quedar algunas
secuelas en la marcha del Museo, que aunque no conocemos con precisión y
exactitud -ni yo, ni el pueblo de Ágreda sabemos nada, no se nos ha explicado
nada-; pero que, como luego explicaremos, nos intranquilizan hasta conocer bien
y a fondo, cómo ha quedado la cosa en la administración posterior y marcha de
este Museo. (Ver mi
‘Hª y Arte de Ágreda, p. 154)].
Y,
tras 5 años de continuas obras, el 28 de mayo de 2002, se inauguró dicho Museo.
3).-
Yo no he visto este Museo más que una vez, y unos 10 minutos solamente. Tomé
parte sólo en los primeros inicios de la idea, no en la obra y disposición
posteriores. Como soy tímido, no suelo entrometerme nunca donde no me llaman.
Así he obrado siempre; y, por eso, he figurado tan poco en el obispado, aunque
me preparé lo mejor que pude; y no he supuesto casi nada en las organizaciones
y organismos del mismo. Pero, sobre todo, desde que el obispo Vicente Jiménez
Zamora -amigo mío 25 años en Soria-, me jubiló 5 años antes de tiempo, sin
avisarme, ni intercalar palabra conmigo y sin darme explicaciones posteriores,
o mejor, un poco antes -desde el año 2002 y «Las Sabatinas»-, me sentí ya virtualmente muerto, y tronchada mi
vida sacerdotal moral y sicológicamente. Y me recluí y encerré en mi casa,
sintiéndome solo y aislado, alejado hasta de mis compañeros sacerdotes, porque
éstos estaban todavía en edad de merecer y de salir en la foto, dedicándome yo
más a mis libros.
Entré,
pues, a ver el Museo de «La Peña», de prisa, y solo. Casi como si fuera un
intruso en él, como si estuviera cometiendo pecado, o una alta traición. Y salí
rápido. Me sentía ajeno, y extraño en él. No lo había visto desde que un joven
muchacho sacaba las primeras carretillas de tierra y ladrillos cuadrados de los
suelos del templo. ¡Imagínense! Y, ahora, lo tenía ahí, delante de mí, sin
saber cómo había sido. No digo que me gustó, ni que no me gustó: me sentí
extraño y raro en él. Y, como si estuviera haciendo algo malo, salí pronto de
él.
4).-
Urge ya corregir un error grave, que se cometió en la descripción, estilo y
fecha de una Tabla importante del Museo.
Lo
advertí ya en aquella mi primera visita al Museo, aquella visita relámpago.
Creo que no se habrá corregido aquel error grave, porque se apoyaba en la
descripción nada menos que de doña Carmen Lacarra. Y, parece que no se ha
corregido, porque, según el libro de Verónica Cardona, se repite el mismo
error. Sencillamente, les digo a las dos, que se trata de una tabla, que estaba
ya y perteneció a la iglesia sanjuanista de Ágreda, denominada de la ‘Santa
Cruz’.
Cuando
decíamos en nuestra “Hª y Arte de Ágreda”
(pág.
161),
que “discrepábamos de varias afirmaciones de fechas y estilo, referidas a
algunas piezas importantes, que se muestran en dicho Museo”, entre otras cosas,
nos referíamos a esto.
Pero
ha llegado ya la hora de que digamos, abierta y públicamente, lo que, en
nuestra opinión, nos parece la verdad histórica y artística, por tratarse de un
Museo; y porque, a simple vista, y según nuestro humilde criterio artístico, la
fecha y estilo que se le atribuye en el Museo a dicha tabla, no nos cuadra.
Advertí
eso, pero no digo que no pueda haber más cosas. Necesito ver el Museo otra vez
más despacio; y observarlo bien, disfrutando del mismo, pero ya sin miedo, sin
complejos y sin sentirme cohibido.
Para
complementar estas ideas sobre los temas a que nos estamos refiriendo aquí,
pueden leerse las páginas 437-443, de nuestra «Hª y Arte de Ágreda». Y también, el artículo nuestro, titulado “No hubo Templarios en Ágreda, sino de la
Orden de los Sanjuanistas”, en «Cuadernos
Agredanos», Nº 5, págs. 97-126.
5).-
Desconozco, ahora mismo, quién es, en la actualidad, el encargado o responsable
del Museo de nuestro pueblo. Por eso, no me he dirigido a él por su nombre, ni
lo he citado por su cargo.
Desconozco
cómo funciona, y cómo se rige o administra dicho Museo. He oído, por ahí algo,
suelto; pero casi no podría concretar más. He oído, por ahí, como que un año
lo administra el Ayuntamiento; y, otro año, la parroquia. ¿Es esto verdad?
¿Se trata sólo de administración? Pero aun esto, ¡puede ser peligroso, y
como sacerdote agredeño me da mucho miedo cara el futuro!.Y en el pueblo de
Ágreda, se sabe del Museo otro tanto o menos que yo, o sea, nada. Aclaremos,
pues las cosas, para conocimiento de todos los agredeños.
a).-
Preguntamos quién es el dueño y propietario del Museo.
b).-
Hace tiempo que tengo ganas, muchas ganas, de publicar en CUADERNOS AGREDANOS,
lo que tenga convenido la PARROQUIA, o el OBISPADO, con el Ayuntamiento o con
quien sea. Así llegará dicho CONVENIO -el que sea-, a conocimiento de la Villa
de Ágreda, para el futuro, y para la historia. En estas cosas, hace falta
que estén las cosas muy claras, para evitar malos entendidos en el futuro.
Invitamos,
pues, ‘a quien corresponda’, que nos faciliten los TEXTOS de los posibles
CONVENIOS existentes -o lo que haya de verdad-, para ser publicados, para
conocimiento y seguridad de lo que haya, entre los agredeños. ¿Tendremos la
suerte de poder contar con esos CONVENIOS, para su publicación? La historia -lo
que haya-se escribe, y consta para siempre.
6).-
Todo lo que escribimos en este artículo,
es sólo un ESQUEMA, de lo que desarrollaremos más largo y tendido, en CUADERNOS
AGREDANOS, cuando tengamos tiempo, o algo más adelante en el tiempo.
Esto es sólo un toque de
atención, para que se rectifique lo que corresponda en la nota explicativa de esa pieza enunciada del
Museo, según lo que hemos apuntado y señalado. Estúdiese el problema, pues,
entre los entendidos en la materia; y, si procede, pásese a rectificar lo que
proceda.